
Somos lo que comemos
Esta es una frase fantástica que hemos oído a las abuelas toda la vida, y está claro que en su mundo tenía sentido, porque cuando mi abuela me decía “si quieres crecer fuerte y sana tienes que comer de todo” se estaba refiriendo, literalmente, a todo lo que en aquel momento había en su despensa de manera habitual: legumbres, cereales, verduras, frutas…. Y esta es realmente la mejor forma de garantizar que el cuerpo obtiene todos los nutrientes que necesita, la variedad.
Sin embargo hoy en día nos escudamos en ello para comer cosas que realmente no necesitamos comer, porque no solo no nos nutren, sino que nos perjudican. Muchas veces, echamos la culpa a la falta de tiempo para comprar zumos en lugar de darles fruta a nuestros niños, basta echar un vistazo rápido a la etiqueta para darnos cuenta de que el porcentaje de fruta de uno de esos envases es mínimo, nada comparable a la pieza entera, por no hablar de que eliminamos la fibra necesaria para metabolizar lentamente la fructosa o de que se le añaden edulcorantes artificiales.
Esto mismo ocurre con cientos de alimentos que encontramos en los supermercados y que, a día de hoy, llenan las despensas de muchos hogares. Comida rápida para preparar, que tiene buen sabor y con caducidad muy larga por la cantidad de conservantes que se le añaden. Alimentos procesados y ultra procesados.
¿Recuerdas esa otra frase que dice “somos lo que comemos”? O ¿la comida es la gasolina del cuerpo? Pues te voy a decir algo, la gasolina entra en el coche y desaparece con el movimiento, se consume, pero la comida no solo nos aporta la energía necesaria para funcionar, pasa a formar parte de todas nuestras estructuras. Los nutrientes van a parar a nuestros huesos, músculos, tendones, piel… por eso literalmente somos lo que comemos, y no solo eso, todo lo que entra en nuestro cuerpo tiene una repercusión directa a medio o largo plazo. Los excesos en unos casos, y las carencias en otros, son factor de riesgo importante de muchas enfermedades. Si hablamos de colesterol, diabetes tipo 2, hipertensión, obesidad… son patologías absolutamente controlables con hábitos saludables como alimentación equilibrada y completa, buena hidratación, ejercicio físico y serenidad mental.
Recuerda las tres reglas para una alimentación saludable: equilibrada, variada y suficiente.

Escrito por: Beba
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